Dicen que se avecinan cambios…
Artículo de opinión

Dicen que se avecinan cambios…

Por Jordi Piedra Arjona2021-09-26

Dicen que vivimos momentos para reinventarse. Que los cimientos del orden social y económico se están tambaleando. Que nos envuelve una crisis sistémica, esto es, de cambio de modelo. Un modelo digital y ya no, o ya no tanto, industrial. Que el aserto capitalista del individuo y su propio interés para, a través de él, conseguir el bienestar social, está en crisis. Que las propuestas individuales, ya obsoletas, deben dejar paso a la aportación de valor al grupo, al interés común y al bienestar social. Que la cultura del tener, de quién somos, provoca que nos alejemos del ser, de cómo somos, convirtiéndonos en esclavos de nuestras propias expectativas.

Que somos una generación de transición entre los viejos postulados y los que vienen que promueven mejorar la calidad de vida a costa de la cantidad. Y que, con todo, hay que convivir con la incertidumbre, con la eliminación de las zonas de confort, promoviendo el redescubrimiento, aunque implique desaprender caducos paradigmas impostados que no pueden más que ceder ante los inexorables efectos de la evolución y el cambio.

Y, dicen, que esa transformación va a incidir sobre la necesaria búsqueda del individuo de un propósito de existencia. Y que ese propósito debe desligarse de un criterio rector material. El dinero no debe ser el objetivo sino la realización y la satisfacción personal. La aportación constante de valor compartiendo las habilidades singulares y generando riqueza con una clara orientación a contribuir al bienestar de todos. Y esa aportación exige apasionarte con lo que haces, con cómo lo haces, con quien lo haces y con lo que, con ello, mejoras la vida de las personas. Si tu interés es el de ayudar a los demás, a resolver sus problemas y a mejorar sus vidas, el dinero vendrá por añadidura.

Muchas profesiones, dicen, desaparecerán. Especialmente aquellas, en todo o en parte, más deshumanizadas y menos creativas. Y es que nos dirigimos hacia estándares de conducta más genéricos y paradigmáticos donde las relaciones fiduciarias o de confianza ganan espacio a las amparadas por tutelas legales. Más, pues, anglosajones en lo conductual. La Ley no puede contemplar todas las situaciones siendo, en el caso del empresario, el mercado el más despiadado fiscalizador de la conducta desplegada.

El trabajo debe ser el instrumento que permita al individuo aportar su valor a la sociedad. Si no hay verdadera aportación, no hay generación y, por tanto, se es prescindible. Y ese valor de la persona, que comparte con los demás, se alimenta desde la pasión. Se impone enamorarse de lo que haces pues sólo así puedas dar lo mejor y generar riqueza. Si nada aportas y te limitas a una serie de competencias, otro, que sí aporte, te sustituirá. Y aportas en aquello que te gusta. En aquello que atrae tu curiosidad. En aquello que dejes tu tiempo sin obligación para ello. En lo que te haga disfrutar y extraiga lo mejor de ti. Si no has encontrado en qué eres especial, en qué puedes aportar algo único, la primera misión debe ser encontrarlo. No obstante, escúchate un momento porque, seguramente, lo sabes. O, cuanto menos, lo intuyes.

Y es que el mundo se encamina hacia la interacción no presencial. El proyecto, o no tanto un proyecto ya, del metaverso merece una reflexión. Los inversores dirigen sus inquietudes mercantiles hacia proyectos tecnológicos y ahí sí van a haber grandes concentraciones de capital. Las compañías dotan, cada vez, de mayores partidas en sus budgets al I+D. Y los emprendedores, que construyen proyectos invertibles, lo hacen con modelos de negocio que sean capaces de sustituir las tradicionales prestaciones de servicios del abogado, del economista, del notario, del registrador, del procurador, del contable, etc., por sistemas automatizados.

Y no cabe sentirlo como amenaza sino como evolución y necesaria adaptación. Es decir: centenares de extraordinarios emprendedores están buscando la financiación suficiente para crear un modelo de negocio que permita dejar a aquellos profesionales sin empleo. No es ese el objetivo. Es pura evolución. El proceso, eso sí, no será, o no es, disruptivo sino gradual y evolutivo. Y esa evolución va a precisar de profesionales con nuevos enfoques y nuevos planteamientos. Los que mejor se adapten sabrán ver nichos, o crearlos.

Esa reinvención parece que es de calado. Es transformativa. De reflexión y revisión de los cimientos. Se trata, dicen, de humanizar, socializar y colaborar en construir nuevos resortes. Aquéllos que, dicen, se tambalean porque hay que apartar satisfacción de economicidad. Dicen…